Los masones no somos más que personas corrientes. Según el último barómetro de la Gran Logia de España, el perfil del masón español es el de un individuo de nivel universitario, creyente, de ideas políticas moderadas, sean éstas de izquierdas o de derechas, y de nivel económico medio-alto. Y, a pesar de vivir en una sociedad cada vez más materialista y relativista, somos varios miles de individuos.
Estas personas buscan en la institución encontrar un camino interior de perfeccionamiento espiritual en el que el libre pensamiento, la ausencia de dogmatismos; la libertad de conciencia, en definitiva, sea el referente y en el que los aspectos morales, la conducta personal, tengan una especial relevancia. Por eso es tan importante que el masón defina en su trabajo interior cuáles son sus obligaciones con Dios, con su sociedad y con los demás individuos, interrogaciones que se convierten en recurrentes y a las que se va respondiendo a través del aprendizaje simbólico.Porque el masón crece a través de los símbolos arquitectónicos y espirituales, reflexionando sobre ellos desde su vertiente trascendente y moral, interiorizando sus propias y compartidas conclusiones para que sean herramientas de la vida cotidiana. Ese es el gran secreto masónico.
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